domingo, 16 de febrero de 2014

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miércoles, 23 de marzo de 2011

Cuando las flores del cerezo mueren al caer el Alba.

Siempre recordaré con amargura tus últimos momentos. Entre lágrimas secas, me dedicaste tus últimos destellos de luz, tus débiles sonrisas.

Lo mismo de siempre: ¿Por qué he de ser tan llorica? Ver tus fotos y ponerme a llorar, porque, eso es lo normal para mi. Cuando alguien se va de tu lado, le echas de menos, deseas volver a ver a esa persona amada. Al ver las fotos, estar cerca de los lugares donde ha estado, tener sus objetos personales...ayuda.Su recuerdo permanecerá en nuestra mente, y así, vivirá por siempre
Sigo sin entenderlo... Dicen que, "Querer es poder" Pero, si yo te amé, ¿Por qué no pude? 
Tenías 26 años, toda una vida por delante. Estabas en la flor de la vida, eras preciosa, inteligente, llena de sueños y esperanzas que yo tanto adoraba y en parte, envidiaba. 
¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por... qué...?
Y aún no me lo podía creer. Te ibas, en mis brazos, no importaba cuan fuerte te abrazará, te me ibas y nada podía evitarlo. Te marchabas, y no podía hacer nada.
Un  tumor, un maldito cuerpo de tejidos inútiles que habían crecido en tu magnifico cerebro porque sí. No era justo para ti, no era justo para mi, no nos lo merecíamos.
Cerraste por siempre tus ojos cuando el alba asomó y tu mano, dejo de apretar súbitamente la mía, y tus labios, dejaron de ser rosados para tornarse liliáceos. Las últimas palabras que pronunciaste, fueron mi nombre seguido de un te amo.
¡Maldición! La rabia ya hubiese acabado conmigo si no fuese por la niña que llevo en mis entrañas. Ella, tu, me dais fuerzas para continuar, porque no todo esta perdido. Pero sin embargo... ya ves.
Recuerdo lo felices que fuimos, ¿Sabes? me hiciste la mujer más feliz del universo, de la galaxia entera... Lo eras todo para mi, al igual,que yo lo era para ti. 

Otra noche sin dormir, y esa melodía que resuena en mi cabeza, y tu voz a lo lejos se pierde en el murmullo del sonido de la calle que entra por el balcón. Grabe aquella cinta para que podamos disfrutarla juntas, ahora, es un leve consuelo a mi amargura. Siento tus pequeñas patadas en mi estomago, haciéndome cosquillas. Estás aquí, no es lo mismo, pero lo haré lo mejor que pueda. Te daré todo cuanto siempre quise darte y no pude. Bajaré estrellas por ti, conquistaremos la luna. 

 Casi 3 meses para que vengas al mundo, te perdí una lluviosa noche de abril, un 16 de abril de 2008.  te volveré a ver, -si todo sale bien- este mes de julio, probablemente el 17.
3 años han pasado. Me hierve la sangre de solo pensar lo poco que queda para que nos volvamos a ver. te echo demasiado de menos...

Siempre seré tuya, siempre te perteneceré... te amo Charlotte.

miércoles, 16 de marzo de 2011

Cuando las lágrimas se derraman, igual que la tormenta azota al corazón.

Llueve. Y la tormenta continúa azotando las ventanas del viejo piso de ramblas. Fuera se desata una tormenta, y en mi corazón, otra. Una pesadilla continua, que parece no tener fin algunas noches, noches como esta.
Aún recuerdo aquella fatídica noche, aún escucho tus gritos, aún siento aquel pesar en mi pecho, gran acongoje y bola se sentimientos en mi interior, aquella amarga impotencia de ver como te vas de  mis manos y no poder hacer nada al respecto. Ver como caen las últimas flores de cerezo… 
Una noche de tormenta, en este mismo piso, en aquella vieja cama de edredones color granate, fue donde te hice mía una y otra vez, dónde te entregue todo lo que soy, fui y siempre seré. Aquella cama, que, aunque muda, ciega y sorda, guarda los secretos de nuestro puro amor bajo las sabanas. Aquella cama, que vio como tu luz se apagaba y mi corazón moría junto a tu vida que se me escapaba de las manos, como el agua de lluvia se cuela por las rendijas del tejado y va morir en algún charco.

Las lágrimas brotan de mis ojos, igual que las gotas de lluvia del cielo, mis ojos se tornan rojos, como aquella luna de sangre que esta noche se ceñirá sobre mi sueño. Y no hay paz, no hay descanso, no hay nada que calme mi llanto. Solo tú. Tu y tú sonrisa. Tu y tú mirada. Tu y tus labios en mi almohada…

 Un calor sofocante recorrió mi cuerpo y se albergó en mi pecho, trepo a mi garganta y me dejo sin respiración. Me sofocaba, era una asfixiante sensación de soledad. Tenía que relajarme. A medida que tu recuerdo era el antídoto para todos mis males, aquello que mediante imágenes, cintas, grabaciones, cartas, y aquella caja, recuperaban el control sobre mi cuerpo, lentamente. Casi sin darme cuenta rompí la botella de whisky que había sobre la encimera en mencionado ataque de ansiedad.
 –Jé, que gracia. Ha quedado igual que mi corazón aquella tarde, destrozado.
Limpie los cristales con total cautela, para no cortarme con los cristales que yacían desperdigados por todo el suelo de la cocina. Soy una patosa, no importa cuanto cuidado ponga a las cosas, siempre término hiriéndome: me hice un corte en la mano (al recoger los trozos de cristal).
Me quede casi hipnotizada mirando como  corría la sangre por mi mano derecha. En un vislumbre de sobriedad (esto no quiere decir que hubiese estado bebida), reaccioné y fui inmediatamente a curar la herida. Temiendo lo peor, una infección o cualquier cosa mala que pudiera sucederme, que impidiera no poder volver a tocar el piano, no volver a dedicarte mis melodías infinitas.  

Vendé mi mano, y me acerque lentamente a mi piano, a nuestro piano. Deleitándome y sintiendo un placer casi nostálgico al recorrer con la yema de mis dedos cada una de las teclas de aquel instrumento. Recordando y atesorando cada intimo momento pasado a tu lado. Me deje caer en el asiento, (como tu en mis brazos) comencé a tocar despacio (como cuando tocaba tu cuerpo) y volqué mi alma en las teclas. La música salía casi por inercia, sola, mecánica. Pero, como de costumbre, la melancolía embargaba toda la casa y flotaba en el aire como tu perfume de cereza lo hizo en su día.

Recuerdo como el doctor me dio la noticia –y continuo tocando mientras recuerdo tales momentos- la puñalada que sentí en el pecho, como mi corazón se heló con tal devastadora noticia. Tu tumbada en la cama, con las sabanas granate. Yo acariciando tu larga y oscura melena, apartándote el flequillo de los ojos, contemplando tu belleza.  Tu sabias lo que ocurría, lo entendías. Te entristecía mi tristeza, llorabas ante mi derrumbamiento, temías el dejarme sola, pero, siempre estarías conmigo (de una u otra forma).  Besaste mis lágrimas dulcemente, me entregaste tus últimas palabras, tu último aliento, tu esperanza.
Una triste melodía, una sinfonía casi fantasmal, un corazón que llora, una flor que se marchita y se le caen los pétalos. Ver morir tu luz a la luz del alba.


Sigue tronando la tormenta, el whisky derramado sobre la moqueta, las velas danzando una sinfonía tétrica, tu perfume de cereza, y una noche que jamás olvidare: Cuando las lágrimas se derraman ante la caída de la última flor del cerezo que muere en un invierno eterno.


martes, 8 de marzo de 2011

Cerezos que renacen, sentimientos que afloran.

Y ya estamos a marzo, los cerezos que hasta hace poco yacían desnudos y dormidos, hoy se visten con un manto de nubes rosadas. Los días son mas claros, mis recuerdos... cada vez mas lejanos... te echo de menos.

El sol estaba especialmente cálido y brillante hoy, bañando el barrio de Santa Anna con su luz particular. La gente gritaba, corría, caminaba con dirección a ningún lugar sin fijar la vista ni un momento en lo bello del paisaje que se desplegaba a su alrededor. Barcelona seguía igual, pero le faltaba algo esencial, le faltabas Tu.

He pasado delante del Els quatre gats y Amber, sombría, me ha sonreído desde la ventana superior del salón. Su mirada reflejaba todo lo que quería y temía decirme. Siempre esta igual, espero que algún día lo pueda llegar a comprender

Hoy, he estado hablando con Gabrielle (es su nombre, siento haber tardado tanto en confesártelo) sobre qué nombre le pondremos a la niña; -Sí, es una niña- no dude ni por un momento y casi por inercia tu nombre se escapo de mis labios: Charlotte. El asintió con una suave sonrisa, parecía complacido con la decisión. -Es muy amable, atento, bastante despistado y casi podría decir, que si hubieses nacido hombre serias el.-.

Gabrielle me ha ayudado mucho desde que le conozco, es un trozo de pan con chocolate.- y pensar que una discusión por el tomo 5 de Paradise Kiss, pudiese dar tanto de si.- Cuando le hable de mi idea de concebir una hija sin pareja y encaminar mi vida como una eterna solitaria y autónoma,(como siempre lo había hecho hasta que te conocí a ti) el me abrio los ojos, me ayudo a ver que no todo estaba perdido, que no estaba sola, que había - y hay- mas personas en mi misma situación y que, a pesar de ser dos completos desconocidos, el y el Señor Dickens (su gato) estaban a mi entera disposición. 

Cartas, citas literarias, tardes en L'Ateneu, y en mi lado del piano, estrecharon nuestros lazos y unieron nuestros destinos.
Ya no estaba sola. La primavera llegaba al completo, tù recuerdo me quema, me duele el alma y ansio tu llegada
Sus ojos me recordaron tanto a los tuyos, que le permití acercarse a lo que quedaba de mi. No era tu piel, ni tus labios, ni tu cuerpo colosal, pero había algo en el... que hacia que en cierto modo, tu estuviese aquí. Cerca de mi... 

Solo quedan unos 4 meses mas, vuelve a mi, querida amada.

Siempre nos quedara aquel rincón entre libros y cerezos, donde ocultas de las miradas indiscretas, te hice mía y te entregue mi alma. 

Tuya por toda la eternidad, Scarlet.

jueves, 9 de diciembre de 2010

te con sabor a nostalgia.

"Hoy mientras me tomaba mi te semanal en "Els quatre gats" siempre acompañada de un delicioso trozo de pastel de fresa, recordaba aquella primera cita nuestra.
Sonaba una suave melodía en el piano, era una de aquellas piezas de jazz que tanto te gustaban. Recuerdo tu rostro  al entrar en la sala: Tenías la cara iluminada, una tímida sonrisa contenida dejaba ver esa emoción que intentabas disimular. Siempre quisiste entrar en aquel salón reservado para unos pocos privilegiados. Yo había conseguido mesa gracias a mis relaciones con ciertos grupos bohemios de Barcelona, y a mi amistad con la nieta  del dueño del sitio, Amber.
Sonaba Ray Charles al piano, yo tomaba un te rojo acompañado de pastel de chocolate con fresa, tu, un te blanco acompañado de pastel de fresas con nata. Me deleitaba con aquel ambiente que flotaba en el aire: la música, el sabor del chocolate, la fragancia del te, el placer que experimentaba al mirar tus ojos... 
Algo que me fascinaba de ti, era tu apariencia -aunque ya sabes que me atraía mucho más tu personalidad y aquel mundo desconocido que tenías para mi.- eras un ángel, pero ahora repaso mentalmente cada uno de tus encantos más sobresalientes, los que todos podían ver...


No eras muy alta, tenías una complexión de muñeca, una tez pálida que competía con la porcelana más fina, unos labios rosados que me recordaban a los pétalos de cerezo... una melena oscura y larga. 


Ahora mis ojos eran asaltados por las lágrimas que caían al contemplar aquel piano vacío, nuestro sitio solitario esperando que vuelvas a tomar asiento en aquella silla. No sonaba más música que la triste melodía de mi llanto combinado con el alterado latir de mi corazón. El te se enfriaba mezclado con las lágrimas que habían caído dentro de la taza.

¿Recuerdas cuando aquella tarde nos atrevimos a soñar ?
Soñábamos con libros, paseos, paisajes, ilusiones de un amor que comenzaba a nacer... Prometí que algún día tocaría aquel mismo piano para ti.

Me levanté lentamente, Amber me observaba desde la punta contraría del salón, en las galerías. Fui acercándome al piano, lo rosaba con la punta de mis dedos como alguna vez  rosé tu bello cuerpo con los mismos. Al sentarme delante del piano una gran nostalgia invadió mi pecho. comencé a tocar.
Mis dedos  se deslizaban como por arte de magia por las teclas, creando una melodía triste y cargada de impotencia, así como las lágrimas corrían por mis mejillas aún, la triste melodía de mi amor por ti sonaba en la sala. Note como Amber volvía a llorar en silencio ante la presencia de mi llanto. Eramos dos almas en pena llorando por dos causas perdidas:
Yo lloraba al fantasma de tus besos Charlotte, Ella lloraba la perdida de mi propio corazón que había muerto junto a ti.




Sueños embotellados lanzados a un mar de esperanza cargado de melancolía y nostalgia. Es una lástima, que aquellos sueños nuestros mi amada, jamás vean la luz. Como los pétalos de cerezo que caen como lágrimas de tenue luz rosada...  "



5 meses más...  
Con todo mi amor, Scarlet.

martes, 9 de noviembre de 2010

Cuando los cerezos florecen, segunda parte.

Según pasaban los días, la impetuosa necesidad de verte, de hablarte, de deleitarme con tu compañía, se volvía más critica en mi. No comía, no dormía, ya ni siquiera leía.
Dos semanas más tarde acudí a la vieja librería a buscar mi tomo de "paradise kiss" como era costumbre en mi.

Allí, sentada en la plaza de Santa Ana te vi: sola, perfecta, un ángel. Estabas leyendo un libro que me era conocido, no te percatabas de nada de lo que acontecía a tu alrededor; ni del viento, ni del tiempo... o las flores de cerezo que comenzaban a nacer en aquel viejo árbol... Levantarás la vista de repente, como si hubieses notado mi presencia.


-Buenas tardes... -Tu sonrisa lo iluminaba todo, siempre sonreías de aquella manera especial. para mi, única. Recuerdo que, la primera vez que oí tu voz, me pareció una mezcla de los más dulces y armoniosos tonos.

Sentadas en aquella plaza, hablamos durante horas, aun así, a mi me parecieron pocas. Con cada palabra que pronunciabas, perdía un poco más la razón. dejaba de ver el mundo con vistas a lo lógico. mi pulso temblaba cada vez que me mirabas... al momento de anunciar que debías irte, se me cayo el alma a los pies. no quería que te fueras, era algo inmentable para mi. Rápidamente, me decidí a lanzarme de pleno. Te invité, como quien no quiere la cosa, a tomar algo en aquel lugar Modernista tan famoso, Els quatre gats.

Note que te sonrojabas ante tan inocente petición, me complació ver como tus labios esbozaban una afirmación a mi pregunta. Estaba extasiada.

domingo, 7 de noviembre de 2010

Cuando los cerezos florecen, primera parte.

Era un cálido día de primavera, los rayos el sol calentaban mi cabeza provocando me un ligero dolor.
Tenía que ir a la librería a recoger un libro que había encargado, era una de aquellas novelas policíacas que tanto me gustaban. Me fascina la novela negra, Edgar Allan Poe, mi escritor por excelencia.
Siempre he preferido la soledad a la compañía de las personas, lo encontraba innecesario, inútil. Se podría decir, que no tenía demasiada fe en las personas; prefería los libros... ¡Los Libros! oh, cuanto había llorado, reído y compartido con ellos... Encontraba en aquellos libros, el cariño, la paciencia y la sinceridad que no encontraba en la Realidad.
Solía ir casi todas las tardes a una plaza medio escondida en el corazón de Barcelona a leer, mientras comía pastel o alguna pieza de bollería. Me encantan los dulces.

Se hacía tarde, la librería cerraría a las 13hs y eran las 12hs apenas, pero no tenía ganas de correr ni de agotarme. Aún me quedaba un trayecto considerable, pero llegaría a tiempo. Un colibrí de un azul intenso se cruzo en mi camino. me quede algo embobada mirándolo... y tropecé. Mis libros, mi sombrero y la nueva edición de "paradise kiss" cayeron al suelo como las hojas de los árboles en otoño. Que torpe soy.

-perdona...- No conseguí articular correctamente aquella disculpa, estaba fascinada con el espectáculo que se desarrollaba delante mio. un Ángel, no cabía duda alguna.


-Dis-Disculpa, es culpa mía, no estaba atenta; lo siento... - tu voz era una de las melodías más dulces que jamas he escuchado.
"Discutimos" sobre quién tubo la culpa de aquel pequeño altercado. Te interesarás en mi manga, yo te respondiese que, aunque no correspondía a mi edad, que eran cosas de gente más joven( eso no quiere decir que sea excesivamente mayor) que ya tenía una edad, pero que sin embargo, aquello era algo que me agradaba de sobre manera. Sonreíste. Me sonrojé.

Hablamos largo y tendido, sobre cosas tan diversas... algunas banales, otras existenciales. Teníamos mucho en común, pocas diferencias y singularidades peculiares. Me contarás tu amor por la literatura, tu forma de ver el mundo desde las páginas de un libro; tus interrelaciones de la realidad a cualquier novela o pasaje de fantasía. Eras fantástica. Sin embargo, lo que más me maravillaba de ti era la esperanza que tenías aún en las personas. creías que todos merecían una segunda oportunidad. Me enamoré de ti como una niña pequeña se enamora de un vestido o de una muñeca; caí rendida a tus pies.